sábado, 8 de marzo de 2014

12 years a slave, de Steve McQueen


No voy a decir que llevo siguiendo a Steve McQueen desde el comienzo de su carrera cinematográfica, porque no lo he hecho. Fue a principios de este mismo año, cuando se me dio por ver esa película llamada Shame, y más tarde, Hunger, dándome tiempo a re visionarlas ambas, varias veces, del impacto que habían tenido en mi. Dos películas que me hipnotizaron para siempre.

Desde que salió su nuevo trabajo 12 years a slave, la opinión de la gente ha estado muy dividida, por lo menos lo que he podido leer en Twitter. Y ya no digamos, cuando ganó el Oscar a la mejor película. He tenido que leer tal cantidad de estupideces, del calibre de “Son dos horas de latigazos. Planos en los que no hablan. Vaya guion de mierda”, pero la que se lleva la palma es la de “McQueen es un vendido por haber ganado un Oscar, ha perdido todo mi respeto”, comentario que hizo alguien al que yo mismo le había pasado la película de Shame y había flipado en colores.

Ayer la fui a verla, acompañado de un amigo y cuando salí de la sesión, bastante aturdido, no supe que pensar de la película en las posteriores dos horas. Le di vueltas y vueltas, sin saber que opinar acerca de ella. Algo que a la gente le ha pasado con sus antecesoras.

Pues bien, a día de hoy, puedo decir que es un gran película, una muy buena película, pero que para mi gusto es inferior a sus antecesoras. Aquellos que critican tanto el nuevo trabajo del director británico es mejor que no se pongan las anteriores porque pillarán un rebote tremendo debido a que hay muchos silencios, muchos planos largos, etc. Para mi las dos películas anteriores, son grandiosas, perfectas o por lo menos rozan lo perfecto. Silencios que hablan por si solos, miradas que lo dicen todo, planos largos que son dirigidos con mano maestra.


Y esta nueva película tiene bastantes de esos toques, véanse el plano secuencia fijo de la horca, las discusiones entre el personaje de Paul Dano y el protagonista, los momentos de traición al protagonista al principio de la peli, esos latigazos y azotes dirigidos con maestría (Apuntando a las caras de las víctimas, de sus opresores o peor aún: a los cuerpos castigados. Obsesión que viene dada en la carrera de McQueen, como se podía ver en “Hunger”, esa obsesión por el cuerpo y la carne humana), el plano secuencia entre el protagonista y Fassbender por la noche, casi al final de la película ese otro largo plano de azotes, o incluso ese plano en el que solo se ve la cara del personaje principal (que muchos diran que no dice nada), cuando sin embargo está cargado de sentimientos.


Señores, ya se han hecho mil y una películas acerca de esclavos y todas tienen las mismas formas, planteamientos códigos (hablo de los azotes, de los grilletes, de las cadenas, de amos inhumanos). Lo importante no es lo que cuenta en si, sino como el director lo cuenta y le da su toque personal. Eso desde mi punto de vista, es algo que cierta gente no ha sabido ver.

Aún encima, el filme cuenta con la actuación de esa bomba de la interpretación que es Michael Fassbender, que interpreta a un hijo de puta descabellado, y es que uno se cree su papel y siente ira a su personaje y tiene ganas de matarlo.


La he tenido que ver doblada, porque he ido al cine a verla, pero estoy seguro de que en su versión original, la película mejorará bastante, y supongo que no tardaré mucho en volver a verla, para analizar más detalladamente, como me gusta hacer con las películas de este director.

Una buena película que debería verse, aparte mucho más accesible que las dos anteriores.